lunes, 29 de octubre de 2007

...yo no le gustaba

Alrededor de la medianoche me decidí ha llamarla por segunda ocasión, aunque había estado bebiendo copiosamente, no me encontraba ofuscado del todo y mis cuerdas vocales podían articular palabras coherentes en concepción y sintaxis. De nueva cuenta no contestó, aunque esta vez si escuche una amable voz femenina que me decía “El terminal al que está llamando se encuentra apagado o fuera de cobertura en este momento, por favor, inténtelo de nuevo más tarde”. Es obvio que, dado que estaba metido en el papel de adolescente primerizo –y borracho para que negarlo-, el derrumbe fue estrepitoso.

Una ráfaga de pensamientos malignos se apoderó esa noche de mi cabeza, sin orden de importancia ni de jerarquía creo que fueron estos: ella estaba hablando con otro chico por el que realmente sentía interés y al final de la conversación no presto atención al registro de llamadas de su teléfono y lo apagó; se encontraba con un amante vacacional en un sitio en donde no había cobertura telefónica; hablaba y reía con una amiga de las que sirven de confidente contándole que había un chico que conocía por internet que le perseguía; bloqueo mi número de teléfono activando la función de “permanente número ocupado/bloqueado” (aunque esta más bien valdría para la primera llamada); pensó bien en mi figura y descubrió que había cosas sobre mí que no le hacían gracia y prefirió alejarse de un engendro; investigó mi perfil en internet y descubrió que era un idiota (aquí me hubiera consolado que me tomara como idiota “ilustrado”, para al menos saber que haber leído unos cuantos libros ha servido de algo); simplemente yo no le interesaba, es decir, yo no le gustaba. En la tarde del día siguiente, ésta última se convirtió en máxima, cuando en la tercera llamada el teléfono sonó y sonó sin ser descolgado.

miércoles, 17 de octubre de 2007

embriagaos !!!

"Siempre hay que estar ebrio. Eso es todo: tal es la única cuestión.

Para no sentir el horrible fardo del Tiempo, que os quebranta los

hombros y os doblega hacia el polvo, es menester que os embriaguéis

sin tregua.

¿De qué? De vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo.

Pero embriagaos.

Y sí alguna vez , en las gradas de un palacio, sobre la verde hierba

de un barranco, en la sombría soledad de vuestro aposento,

os despertáis, con vuestra embriaguez ya desvanecida o disminuida,

preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj a todo lo

que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta,

a todo lo que habla, preguntad qué hora es; y el viento, la ola,

la estrella, el pájaro, el reloj, os responderán: “!Es hora de embriagarse!

Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo, embriagaos; ¡sin cesar

embriagaos! De vino, de poesía o de virtud, a vuestro antojo.”

Charles Baudelaire