lunes, 25 de febrero de 2008

declaración de intenciones

Jack Kerouac escribió en 1962:

“basta de excesos y disipación, ha llegado el momento de contemplar tranquilo el mundo e incluso gozar de él, primero en bosques como éste, y luego hablar y caminar serenamente entre la gente del mundo, basta de alcohol, basta de drogas, basta de fiestas, basta de encuentros con beatniks y borrachos y heroinómanos y todos los demás, basta de preguntarme Oh, por qué me tortura Dios, es decir, ser entonces un hombre solitario, viajar, hablar únicamente con los mozos, sí, en Milán, París, hablar nada más que con los mozos, pasear, sin ninguna angustia autoimpuesta… ha llegado el momento de pensar y contemplar, de concentrarse en el hecho de que después de todo la superficie del mundo tal como lo conocemos ahora será tapada con el sedimento de un millón de años… Sí, por eso, más soledad”

Una buena declaración de intenciones.

lunes, 18 de febrero de 2008

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.


Miguel Hernández