Existe un chiste entre los estudiantes de sociología que dice más o menos así:
Un sociólogo decide emprender un viaje a lo largo y ancho del país para conocer la "realidad social" de primera mano, alejado de tabúes teóricos e ideas macroscópicas. Sale de la ciudad y va por el campo. Se detiene a descansar después de cuatro horas de conducción y ve en la lejanía a un pastor con su rebaño y se dice a sí mismo que este es el momento de poner en práctica la supremacía intelectual de la sociología. Se acerca al ciudadano rural y le dice:
- Buenas tardes, mire, yo le puedo decir cuantas ovejas tiene sin necesidad de contarlas - se jacta con pose napoleónica.
- ¡No puede ser! - dice el pastor anodadado.
- ¡Sí señor!, es más, incluso le apuesto una de sus ovejas, espere un momento - va el sociólogo a su coche, saca un ordenador portátil, un teléfono móvil y un par de hojas con apuntes de sociología rural. Llama a un amigo que se dedica al estudio teórico de la desaceleración socioeconómica estructural entre el campo y la ciudad y a otro que trabaja en el ministerio de agricultura. Hace apuntes y cita a algunos autores franceses. Al cabo de veinte minutos vuelve con el pastor y le espeta:
- ¡Usted tiene 32 ovejas! - a la vez que se inclinaba para coger a uno de los animales.
- ¡Cosa del diablo! ¿Cómo es posible? - gritaba el pastor mientras se secaba el sudor de la frente.
- ¡ah, secreto profesional! - decía el sociólogo mientras se disponía a seguir con su periplo de turismo sociológico.
- ¡Espere! - digo el pastor. - Usted gano la apuesta, no se lo niego, pero le juego la oveja que se llevo y lo que traiga en el bolsillo a que puedo adivinar su profesión -.
- ¡Perfecto! - digo el profesional de la ciencias sociales pensando en la maravilloso que sería cocinar a fuego lento a otra oveja y en el remotísimo hecho de que el campesino supiera lo que era.
- ¡Usted es sociólogo! - dijo tocándose la nuca en tono humilde.
- ¡Qué! ¿Pero cómo es posible? ¿Cómo lo supo si no le he dado mi tarjeta? - dijo estupefacto.
- Pues es muy fácil, pero le va a costar ese teléfono sin cables que utilizó hace un momento - ese teléfono sin cables era de última generación y le había costado al sociólogo una semana entera de trabajo.
- Sí, sí, lo que sea, ¡pero dígame cómo lo supo! - dijo exaltado olvidándose de todo lo demás.
- Pues muy fácil hombre, mire, primero: porque vino a ofrecerse para algo sin que le llamaran; segundo: me dió información que yo ya sabía; tercero: porque obtener esa información le llevo más tiempo que si lo hubiera hecho manualmente; cuarto: porque esa información no me sirve para nada y quinto: porque en lugar de llevarse a una oveja se está llevando a mi perro, ¡idiota!.
Algunas veces es bueno reírse de uno mismo.