- Estoy pedo, he bebido mucho y sólo quiero bailar. Tú lo harás, baila conmigo mi mexicanito de porte serio, porque hace mucho que no sentía la desazón que siento esta noche y que no se cómo pero parece que me consume cada vez más y más, y porque no tengo con quién hacerlo, el imbécil de mi curro no está aquí…baila conmigo, me gusta mucho tu boca, ¡ aaaahhh !, hace tanto tiempo que no me sentía tan feliz -. A lo que yo respondía casi mecánicamente con un simple “okey, okey”. Después de mis aventuras nocturnas, sabía que por las noches las muchachas españolas abren sus fauces y devoran lo primero que encuentran en su camino. El resto ya lo sabes, al minuto de decirte mi último “okey” me besaste y yo lo único que hice fue dejarme llevar, según avanzaban las canciones nos besábamos más y más hasta que me propusiste ir a tu casa. Hicimos el amor dos veces y así durante todos los días de los siguientes tres meses, ya para esas fechas nos escribíamos mensajes tipo “Los enamorados son como los sonámbulos: no ven sólo con los ojos”, ¿Lo recuerdas Marina? ¡Era demasiado bonito!. El tiempo parecía detenerse y con ello mi vida, por que la tuya siguió igual: trabajo, salidas los fines de semana con tus amigos y novio consorte de lunes a jueves. No me quejo, lo volvería a hacer una y otra vez sin pensarlo, pero esa radicalidad mía por joder los formalismos y tu falta de sensibilidad nos llevó a ni siquiera dirigirnos la palabra, a lo que somos ahora.
Me tengo que ir, la jornada empieza ya, no tengo ninguna gana de ir al pinche restaurante, la rutina me esta haciendo añicos el ánimo. Esta carta no es un monólogo, no sé si tiene algo que ver con el amor aunque si con lo cotidiano o lo extraordinario, según se mire. Estaba pensando en decir algo muy profundo tipo: "la soledad es mi mejor amigo" incluso mejor decirlo en francés: "a solitude est mon meilleur ami", por eso que decías que esa lengua siempre suena más seria; incluso lo banal en francés suena maravilloso. Me voy Marina, yo no me he inventado tu nombre para darme uno propio, porque cada uno es el protagonista de su propia novela. Lo tuyo y lo mío, cada uno a su manera tal vez, pudo ser mejor, pero que se le va ha hacer.