Vicente ya no juega acompañado, su carrito de pilas ya no funciona desde el accidente y le da igual, no lo quiere usar, dice que sin su hermano ya no es divertido conducirlo en el parque y perseguir a los otros niños. Ahora ya no le dejan salir a la calle, su mamá dice que es muy peligroso, que juegue en el patio o que vea la tele, es lo único que puede hacer desde que Jaime se fue. Ni siquiera le dejan asomarse a la ventana y ver a la calle, a ver cómo es la vida alrededor suyo. Aunque el tampoco tiene ánimo de hacerlo, porque ya no quiere escuchar la sintonía inconfundible de esta ciudad, que es fácil, pero siempre fatídica: bullicio de personas, unos cuantos disparos, un coche que sale quemando llanta y enseguida el llanto de un grupo de mujeres y gritos despavoridos de la gente alrededor. Acaban de matar a un joven, un alma menos en Ciudad Juárez. Así se fue su hermano.
domingo, 11 de abril de 2010
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